





El paso migratorio de los atunes por aguas del Estrecho de Gibraltar ha propiciado el desarrollo de la pesca y comercialización de esta especie desde tiempos remotos hasta nuestros días. La utilización de complicadas redes para la pesca del atún era ya conocida en la época de los Fenicios y si bien han ido modificándose y perfeccionándose a través de los tiempos, eran muy parecidas a las que calan el litoral andaluz en la actualidad.
Existe toda una historia de la utilización del arte tradicional de la almadraba en Andalucía, que ha conocido a través de los tiempos épocas de gran auge, especialmente durante el dominio romano y en los casi seis siglos (siglo XIII – siglo XIX) que duró el monopolio de su explotación por la Casa Ducal de Medina Sidonia.
De la importancia de esta pesquería en los últimos tiempos da una idea la existencia, entre los años 1928 y 1970, del Consorcio Nacional Almadrabero, resultado de la unión de empresas almadraberas andaluzas, que construyó y gestionó poblados almadraberos en Sancti Petri, Tarifa y La Atunara, entre otros. En estos poblados vivía la población que trabajaba tanto en faenas de pesca como en actividades anexas, fundamentalmente en las fábricas de salazón y conservas de atún.
Tras la decadencia y casi desaparición de las almadrabas en la década de los 70, como consecuencia de la falta de beneficios, esta actividad vuelve a resurgir en la década de los 80.
En la actualidad, la pesca del atún con arte de almadraba se localiza en la provincia de Cádiz, en las cercanías del estrecho de Gibraltar. Pero junto a las pesquerías, se debe recordar también la importancia de las industrias transformadoras. Todo tipo de túnidos y escómbridos eran preparados en las factorías que prosperaron a lo largo de todo el litoral andaluz. Las salazones de atunes del Golfo de Cádiz eran ya famosas en el siglo V a. de C., alcanzando un importante desarrollo durante la colonización romana, destacando la ciudad de Baelo Claudia (Bolonia, Tarifa).
La especie principal que captura la almadraba es el atún rojo, aunque también se capturan otros túnidos como melva, bonito y albacora o sarda. Debido al carácter migratorio del atún, existen almadrabas de paso (capturan el atún de derecho, aprovechando la migración desde el Atlántico al Mediterráneo en los meses de mayo y junio), y almadrabas de retorno (capturan el atún de revés cuando regresa al Atlántico en julio, agosto y septiembre).
La estructura de una almadraba tradicional, que es compleja, consta de dos partes esenciales: las raberas y el cuadro. Las raberas son paños de red de bastantes cientos de metros de longitud, calados verticalmente hasta el fondo, cuya función es la de dirigir los atunes hacia el cuadro. La rabera de tierra parte desde la costa hasta el cuadro y la rabera de fuera lo hace desde el cuadro hacia mar abierto.
El cuadro, estructura rectangular compuesta por redes caladas hasta el fondo, está a su vez dividido en varios compartimentos: cámara, buche, bordonal y copo, cuya función es la de mantener y agrupar los atunes capturados para su extracción. El copo es el único compartimiento provisto de un fondo de red que es izada hasta la superficie para la extracción del pescado, en una operación que se denomina “levantá”.